SUBOFICIALES: ESLABÓN ESENCIAL
¡Qué dolor más grande! Con esa frase me resumía su estado de ánimo esta mañana un subteniente del Ejército, al comentarme la noticia del posible cierre de la Academia General Básica de Suboficiales (AGBS). Todo lo de “la Básica” me llama. No solo por ser uno de sus fundadores sino, sobre todo, por el reconocimiento de los importantes objetivos alcanzados por esa Academia en sus casi 38 años de vida. Cuando escribí la letra de su himno, traté de reflejar sintéticamente los rasgos más definitorios de mi concepto del suboficial: un correoso y esencial eslabón de la cadena jerárquica del Ejército; un ser de una especial “raza de hombres austeros” capaz de, simultáneamente, mandar y auxiliar al mando; alguien que pregona paladinamente su exclusiva pretensión de “servir a España” desde las filas de su Ejército; y un hombre o una mujer que, con una visión unitaria de España, también proclama majestuosamente: “mi alma templó tu academia leridana donde aprendí a quererte con fervor”.
Esa noticia, en tanto que trabajo de planeamiento, está confirmada por fuentes de toda solvencia. Por ello, parece increible que el ministro de defensa, ayer en el Senado, hablara sobre una propuesta de cierre de la AGBS, a hacer por el JEME al JEMAD; con todo respeto al cargo, qué tendrá que ver “eso” con las témporas, Sr. Morenés. La iniciativa se enmarca en el ámbito de las potenciales medidas para reducir el gasto. Me temo que quienes hayan tenido o acogido esa idea pueden haber perdido el norte. Han confundido los recortes con sus prioridades. Pero, sobre todo, no entienden el problema. La Básica nació, en las postrimerías del franquismo, por una suma de necesidades. Entre otras, la de avanzar y superar el modelo secular de enseñanza por mera promoción interna. La de elevar la consideración tanto interna como externa del cuerpo de suboficiales, dando a éstos un nivel académico común superior al que nunca antes habían tenido. Y, sobre todo, insuflar en todos los suboficiales un mismo espíritu de servicio y unas raíces comunes, grabando “a fuego” en sus mentes el gran valor militar de la unidad. Colateralmente, un añadido de mucho fondo: esa labor se haría en una tierra, la comarca del Pallars Jussá, tan incuestionablemente catalana y, por ello, tan inequívocamente española.
Desde 1974, la AGBS ha dado al Ejército 37 promociones de sargentos. Dos más, la XXXVIII y la XXXIX todavía están en fase de estudios. Prácticamente todos los suboficiales del Ejército de hoy proceden de la Básica. Ya es una historia. Con ser grandes las repercusiones negativas que un cierre de la AGBS tendría en términos económicos y de empleo para la población civil de la zona, eso no es lo más importante. El mayor daño sería retroceder en el tiempo, privando a España y a su Ejército de un cuerpo de suboficiales con raíces comunes, con valores comúnmente adquiridos y compartidos, con una visión unitaria de la milicia y así como de una academia militar de tanta raigambre, ubicada en Cataluña.
No tengo dudas; la medida para valorar la AGBS no puede basarse simplemente en lo que cuesta su vida o lo que se ahorraría cerrándola. No; su valor y significado va mucho más allá de lo meramente económico. Tiene que ver también con la moral, la responsabilidad y el sentido político de las cosas. En definitiva, si en el marco de las inevitables restricciones presupuestarias hubiera de recortarse el epígrafe de centros de enseñanza —que seguramente habrá de hacerse así—, estúdiense con cabeza las prioridades. Habría que cerrar las otras academias militares antes siquiera de pensar en echar el cierre de la Academia General Militar de Zaragoza y la Academia General Básica de Suboficiales de Tremp (Lérida).
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,tengo que encontrarme con mi amiga y ya me contará sobre el muchacho.
