Al Presidente del PP de Andalucía

[tolamu]

Sr. Arenas:



Recientemente le envié un e-mail, mediante el cual le mostraba mi indignación ante varios e-amail y escrito remitido a usted y de los que nunca recibí respuesta por su parte. Su secretaria o responsable de comunicación, Srta. Ainoa Celaya, me respondió en una ocasión, en el sentido de que usted devolvería la respuesta, pero no ha sido así.



Soy un ciudadano, de su generación, que he prestado casi treinta años de servicios al Estado, que formé una familia, que he criado a mis hijos dándoles una educación acorde con mis creencias, que estudiaron en la escuela pública, que he intentado inculcarles como valores fundamentales el civismo, el respeto a las normas y a la ley y a los derechos de los demás, que como ciudadanos de un país democrático tenemos derechos pero también deberes, que el esfuerzo, el sacrificio y la perseverancia son requisitos imprescindibles para conseguir nuestros objetivos y ser útiles a la sociedad como ciudadanos de un país democrático, que los principios de convivencia son los pilares fundamentales sobre los que se sustenta nuestra razón de ser como sociedad, el respeto a las ideas y opiniones de los demás…



Sin embargo, en esta etapa de la vida siento que nos encontramos ante una sociedad que es sacudida por lo contrario de esos valores que he señalado. La corrupción, la ambición de poder, la exclusión de unas ideas para mantener otras, el todo vale para mantener un estatus social o económico por encima del resto de los mortales, han pasado a formar parte de unos nuevos valores que la clase política, indistintamente de su signo o color, se ha encargado de alimentar, dando lugar a unos privilegios que solo desde esa clase se pueden conseguir y mantener.



Soy consciente que, posiblemente a usted, estas líneas, al igual que las de muchos otros ciudadanos, no les resulten agradables, ni interesantes, o, quizás, demasiado críticas para quien aspira a ser el presidente de los andaluces. Por ello, para usted, quizás, ni tan siquiera sean merecedoras de respuesta porque llegan a través de un medio que solo usted y un servidor las ven e interpretan.



Sr. Arenas, por todo ello considero que usted no es merecedor de mi voto, cuando mi intención era la contraria. Tampoco es merecedor el Sr. Griñán, porque forma parte de un régimen que perdura en más treinta años donde el clientelismo, el amiguismo, el voto cautivo, los vicios y otras bajas pasiones han formado parte de la vida política y social de los andaluces después del anterior régimen.



No obstante, deseo que, aunque mi voto no va a ser para su formación política, antes de que continúe el régimen socialista prefiero que, a mi pesar y como mal menor, el domingo usted sea el nuevo presidente electo. Lo mismo para la siguiente usted consigue mi confianza. Pero de esta forma, no.



Le deseo suerte y lo mejor, y que quienes hoy no le creemos o desconfiamos, nos equivoquemos.



Obra en su conciencia responder o no a estas líneas de este humilde ciudadano.



Atte.,