delucas escribió: Pues si, jodios por los de arriba y además mas por los iguales. ¡Mandaguevos!
Si me permites, señor delucas, voy a contarte una historia de "abuelete cebolleta" sobre uno de los muchos soldados que pasaron por nuestro ejército ( disculpa por la extensión, si llegas al final mereces un premio) :
Conocí y conozco a UN BUEN SOLDADO que por efecto de una ráfaga de viento inoportuna, se dio una "gran hostia" en el Campo de Maniobras de "San Gregorio" en Zaragoza. Todos sus camaradas sin excepción y ante la gravedad del suceso, se encontraban apenados y compungidos: Los de arriba, los de al lado y los de abajo.
Al cabo de muchos días en estado casi vegetativo, comenzó a reaccionar a estímulos externos y fue trasladado al "Gomez Ulla" en un CH-47 Chinook para ser operado y tratado. Las visitas a su mujer, entonces una niña de 24 años, fueron numerosas y continuas y los medios puestos a su disposición tanto logísticos como de ayuda psicológica, perfectos. El comportamiento: Exquisito por parte de todo su entorno profesional.
Una vez fuera de peligro y autorizadas las visitas a la habitación donde se recuperaba, por allí pasaron cientos de compañeros y alguno de los llamados "amigos".
¡Ya no se iba a morir! pero... NUESTRO BUEN SOLDADO creyó intuir falsedad y decepción en algunos rostros. En principio achacó sus inquietudes perceptivas a la sedación y a su debilidad cognitiva; luego supo que no andaba muy lejos de la pura realidad; al tiempo, aprendió a interpretar gestos y miradas de sus visitantes como nunca hubiera supuesto que podría hacer. ¡Hipócritas!, pensó sobre algunos. Y así, cada jornada de postración obligatoria hacía más inquisidora su mirada. Los que se decían amigos siguieron visitándolo, más los de abajo que los de arriba, es cierto, y algunos compañeros también siguieron acudiendo, cada vez, y a medida de su mejoría, menos. Los más, olvidaron pronto, pero jamás hubo reproche alguno. Después, una vez en su domicilio, alguna llamada de teléfono y poco más.
Muchos meses después, casi año y medio, NUESTRO BUEN SOLDADO se reincorporó a su unidad ocupando un destino más relajado en la PLMM en tanto recuperaba el tono muscular y una mínima e imprescindible forma física. Bienvenidas, golpecitos en la espalda, parabienes..., promesas,
"¿qué vas a hacer con la cantidad de pasta de la "medalla de sufrimientos?"... "¡cacho cabrón, qué suerte has tenido, pillas la pasta y vuelves a estar como dios!". ¡Fariseos! siguió pensando en su fuero interno. A los cuatro días ya empezó a conocer el lado oscuro del ficticio compañerismo, pero decidió "echar p´alante". Le costó en un principio seguir el ritmo, sin embargo fue aguantando, aguantando, y aguantó otros seis años en la misma unidad, con un lapsus en situación de "disponible y agregado" pero trabajando como el primero, y un par de ausencias en operaciones de menor importancia para extraer clavos o mejorar movimientos articulares. Pero... la creación de una vacante y su posterior destino al CG de la Gran Unidad, dieron lugar a "malestares", "dimes y diretes" de todo tipo, críticas veladas al supuesto favoritismo y... el calvario comenzó. A estas alturas, NUESTRO BUEN SOLDADO ya era consciente que en su profesión no existían ni amigos ni compañeros. Sólo camaradas de cara a la galería, colaboradores necesarios en el trabajo diario, y poco más, aparte de algunos "lanzadores de cuchillos" excelentemente camuflados y guerrilleros quintacolumnistas infiltrados a través del lodo de la insolidaridad.
Y hubiera aguantado otros treinta años, ya que acceder a los sucesivos empleos que tenía en perspectiva no le hubieran supuesto grandes sacrificios en cuanto a dificultades, y además, le permitirían funcionar y cumplir sus cometidos con menos esfuerzo físico. Vicario, Garuti, Colldefors, Sagaseta..., también estaban cojos, defectuosos, pero desempeñaban sus funciones con eficacia y solvencia indiscutibles.
Así que no fueron sus Jefes Superiores quienes minaron su otrora inquebrantable moral de acero templado. No. Fue su entorno lateral, un entorno cizañero, carroñero y envidioso el que llegó a perjudicar y desesperar a NUESTRO BUEN SOLDADO aunque, no compitiera con ese entorno por nada ni para nada. Y fue de esta manera como a la postre se le abrieron los ojos a la realidad, se dio cuenta que no merecía la pena y que se encontraba ya muy "cascado" con 32 años. Empezó a germinar en su cerebro el pensamiento de la madurez, el que asienta las neuronas, el que muestra que solo se vive una vez; el que indica que hay una familia y dos niños que exigen más horas de presencia a su lado; otras nuevas y adquiridas responsabilidades que requieren respuesta inmediata, y la certeza de que tenía que haber alguna otra unidad que cumpliera con sus particulares exigencias y expectativas profesionales más allá de su amada BRIPAC.
Lo cierto es que puso la idea en práctica pero, no encontró otra unidad parecida, o quizás no supo elegir adecuadamente. Así que, optó por retomar el estudio que había abandonado por la "mili", y recurrió a la comodidad de destinos menos exigentes, con horarios más o menos fijos y de zapato y corbata diarios. Pero aún así, en cierto momento y aprovechando la entrada en vigor de una nueva Ley, una puntual complicación en la columna vertebral, circunstancial y corregible con relativa sencillez quirúrgica, y un par de
"esos" por ti perfectamente calificados como "Don Perfectos", viejos conocidos por calamitosos marginados, recalcitrantes de lengua bífida y afilada, obtuvieron su pírrico triunfo, monumento al miserable, consiguiendo que se enviara a NUESTRO BUEN SOLDADO a enfrentarse a un Tribunal Médico en el Hospital Militar. El posterior dictamen del Tribunal y la apertura de Expediente de Retiro constituyeron argumentos suficientes para que se le "botara" a la puñetera calle. Hace de ello ya casi treinta años.
¿Y qué le quedó a NUESTRO BUEN SOLDADO? Un saco de emblemas de títulos, cursos y diplomas, permanencias con barras amarillas y rojas, cruces de órdenes de Santos Varones que ni sabemos con certeza si fueron Santos o siquiera si existieron, otras de escasos méritos muy blancas ellas, y medallitas redondas u ovaladas que no valen ni lo que pesan. Un par de decentes "colegas" a los que visita o le visitan una o dos veces al año y cuyo único lazo de unión consiste en el dudoso mérito de reproducir siempre la misma conversación, cada vez más exagerada, sobre todo, si hay damas escuchando. Unas asociaciones de veteranos a las que se apunta para abonar la cuota, más por ayudar a su subsistencia que por participar en sus absurdos eventos o a ciertos loas a la arenga y al imaginario, ya carentes de sentido. Y un número ingente de viejos "conocidos de la milicia" que miran al suelo cuando se dirige a ellos, pero que se dejan invitar sin rubor alguno y sin corresponder jamás a la invitación, que le piden algún "favorcillo" porque conoce a fulano y... En fin, todos esos que murmuran en corrillos sobre cómo viste, dónde vive, en qué ambiente se mueve o qué coche tiene. Pura basura. Y NUESTRO BUEN SOLDADO sabe perfectamente quién pretende chulearle alguna cerveza y quién es el cabroncete del colmillo retorcido.
Y es que también le quedó como poso, (se me olvidó ponerlo más arriba)
un doctorado cum laude en cinismo existencial.
Un día, no hace muchas fechas, coincidimos. Y me decía, con su buen humor habitual que había tenido algunos muy buenos compañeros y colegas, sobre todo en la Academia y en general, en todo el tiempo que duró su corta historia militar. Pero confesaba decepcionado que nunca consiguió tener un buen amigo en la milicia; milicia donde el concepto de camaradería, piensa, es a menudo prostituido y por momentos transformado en un individualismo competitivo feroz. También piensa que ahora que está desconectado totalmente de temáticas profesionales y laborales, de la imperiosa necesidad de ganar dinero, (ya le llegó la jubilación forzosa) haga alguna nueva amistad, pero nunca tendrá la afectividad, confianza o generosidad que se le presupone a la que procede de la edad juvenil.
¿Los dos o tres AMIGOS que quedan de la infancia, los del Instituto, los de hace casi 60 años?. Síííí, éstas, bien alimentadas y conservadas, son las amistades que perduran hasta la muerte. Discutimos como chiquillos, conocemos el "tamaño del pito" de cada uno de nosotros y respondemos a cargos los unos de los otros y los otros de los unos, cuando es menester y sin pedir explicaciones. Nos queremos y nos detestamos, nos echamos de menos en la ausencia al mismo tiempo que no soportamos estar juntos un tiempo excesivo. Somos humanos, somos amigos.
""Si hay algún hombre que sea bueno, es envidiado, y si es malo, es envidioso. Así que con el vicio nacional de la envidia, o la perseguimos o somos por ella perseguidos"", dijo alguien de cuyo nombre no me acuerdo. No sé si era sabio, lo que sí creo es que estaba muy cuerdo. Igual que NUESTRO BUEN SOLDADO.
Esta historieta no tiene moraleja, pero...
Saludos cordiales a ti y al foro. Topo.